viernes, 21 de mayo de 2010



Es lamentable cuanto cuesta confiar en alguien.

Es lamentable lo molesto que es confiar y no tener la seguridad de poder hacerlo.

Es lamentable que cuando lo haces las cadenas y paredes que creaste para no hacerlo caen con estrepitoso ruido a tu alrededor.

Y más lamentable aun esa darse cuenta que tenías razón al pensar que no estabas listo/a para confiar.

Que no estabas apto para bajar la guardia y abrir parte de ti al resto.

Que en quien quisiste confiar no era apto para ello.

Que quien creíste podías confiar te hace nuevamente entrar a la hermética jaula que antes te armaste, aquella que ahora solo quieres cerrar la puerta desde adentro, perder la llave y no volver abrir la puerta jamás.

Por que confiar duele pero mas duele saber que en quien lo hiciste es quien te hiere.